LLAMAMIENTO PARA DAR
NUEVAS RESPUESTAS A UNA SITUACIÓN POLÍTICA QUE SE
DEGRADA POR MOMENTOS
Dos años ya de medidas de ajuste severo están
mostrando con claridad lo que se puede esperar de las políticas que imponen los
mercados y que aplican con disciplina los gobiernos: una crisis más dura aún,
más recortes sociales y una pérdida continuada de derechos, no solo
socioeconómicos, que están llevando a mínimos a nuestra de por sí débil
democracia.
El desempleo ha aumentado prácticamente sin cesar,
la deuda se dispara, aumenta el número de pobres y de niños que comienzan a
estar insuficientemente nutridos, el de familias que no disponen de ningún
ingreso para sobrevivir y el de las que pierden sus viviendas. Miles de
pequeños y medianos empresarios cierran sus negocios y nada hay en el horizonte que
permita pensar que la situación económica va a cambiar de signo próximamente.
Mientras tanto, las organizaciones y movimientos
sociales tratan de hacer frente a la situación convocando a la denuncia y la
movilización pero, insuficientemente unidos, con voces dispares y todavía
anteponiendo lo que los separa a lo que los une, lo que impide generar una
respuesta social contundente y eficaz para frenar las reformas tan dañinas que
se están realizando. Los propios sujetos que más las sufren en sus propias
carnes, son quienes parecen guardar un silencio más temeroso y cómplice y eso
da alas a los gobiernos, que aprovechan la timidez de la protesta social para
criminalizarla y aprobar medidas aún más reaccionarias y, lo que incluso es
todavía peor, completamente inútiles para resolver los problemas que tenemos
planteados. Salvo, claro está, los que afectan a los grupos más privilegiados y
poderosos que aumentan su riqueza, su influencia y su bienestar cuando los de
abajo sufren más duramente los efectos de la crisis.
Las elecciones generales del pasado mes de
noviembre fueron la muestra de esa débil respuesta social. El PSOE pagó el
haber permitido que su gobierno simplemente se dedicase a hacer el trabajo
sucio que le pedían los mercados y a seguir el dictado de los bancos. Izquierda
Unida registró un importante avance pero, en todo caso, insuficiente para
evitar la mayoría absoluta del PP que ha traído consigo el mayor retroceso
social y democrático desde la muerte de Franco. Tan grande, que incluso una
gran parte de su propio electorado lo rechazó menos de tres meses después en
las elecciones andaluzas, de modo que ha sido posible constituir, por primera
vez, un gobierno de unidad de izquierdas, en nuestra Comunidad.
Lamentablemente, este gobierno ha comenzado a
actuar aplicando los mismos recortes que el central y con una falta de
interlocución con la sociedad que es impropia de un proyecto que se dice
participativo y cómplice con la base social que lo ha elegido, lo que ha
generado, ya en sus primeros días de andadura, un gran sentimiento de
impotencia y frustración, e incluso divisiones internas en las fuerzas
políticas que lo sustentan que quizá no sea fácil superar definitivamente.
Quienes firmamos este llamamiento, tenemos la
convicción de que Andalucía necesita algo más que la simple ocupación de los
sillones de un gobierno. Creemos que vivimos un tiempo extraordinariamente
difícil en el que está en juego no solo el bienestar material de nuestros conciudadanos
y conciudadanas, sino también la estabilidad social y la democracia, incluso el
ejercicio de derechos y libertades básicos que está empezando a costar
ejercerlos. Y, precisamente por ello, entendemos que es necesario poner en
práctica una nueva forma de hacer política. La gobernación no puede ser tarea
solo de cuadros profesionales, y ni siquiera de organizaciones de partido, hoy
día muy desprestigiadas, sino de la sociedad en su conjunto a través de
mecanismos mucho más amplios y eficaces de participación y codecisión. Y por
eso reclamamos la puesta en marcha de nuevas experiencias de debate político y
de sometimiento de los poderes públicos al control y la sanción de la
ciudadanía, de manifestación de la soberanía popular.
Tenemos la seguridad de que solo si se dispone de
nuevas formas de manifestación de las preferencias y la voluntad ciudadanas y
solo si existen vías efectivas que permitan empoderar a la personas normales y
corrientes será posible hacer frente a las decisiones que nos están llevando al
borde del abismo.
Creemos además que lo que está ocurriendo nos
muestra claramente que la institucionalidad que nos rodea se viene abajo sin
remedio. Los gobiernos toman medidas contrarias a los intereses generales solo
porque las consideran "inevitables", comportándose así como meras
marionetas incapaces. Los derechos que nos reconoce la Constitución no pueden
ejercerse, la administración de justicia no persigue las conductas que la
mayoría de la población considera repudiables, y las leyes no sirven para
proteger a los débiles frente a los fuertes que ni siquiera cuando son
condenados en firme tienen que cumplir las sanciones que les han sido
impuestas. Nuestro Estatuto es agua de borrajas y tampoco la Constitución se
cumple cuando se trata de defender los derechos de las gentes corrientes.
Creemos, por todo ello, que es la hora de que los
de abajo tomen un nuevo protagonismo y de fraguar una nueva respuesta política
que lleve a plantear las soluciones desde abajo y no desde arriba. Creemos que
es la hora de organizar a la gente normal y corriente para demandar una nueva
institucionalidad y nuevas formas de participar y de decidir colectivamente. Y,
por supuesto, creemos que eso es necesario para poner en marcha nuevas
políticas que son viables y posibles en la medida en que sea la gente de abajo
quien las reclame y no solo dirigentes políticos, por muy bien intencionados
que estén, como muestran las recientes experiencias de gobierno.
Solo de esa manera vamos a avanzar hacia las
medidas que realmente nos van a poder sacar de la situación tan crítica en la
que estamos, obligando a revisar la deuda del Estado, a nacionalizar el sector
financiero y a crear la banca que puede financiar a empresas y consumidores, o
a llevar a cabo una reforma fiscal que acabe de una vez con el fraude fiscal
millonario que obliga a realizar recortes de gasto que van a hipotecar por
décadas nuestro desarrollo social.
Es verdad que Andalucía es un territorio periférico
y que la postración a la que ha sido sometida durante decenios le supone una
dificultad añadida para gozar de autonomía auténtica y de plena capacidad de
autogobierno, pero creemos, sin embargo, que la naturaleza combativa de sus
ciudadanos, su historia y las condiciones objetivas en las que se encuentran
son, al mismo tiempo, factores que permiten poner en marcha con más facilidad
que en otros lugares, nuevas experiencias de lucha social y de acción política.
Convencidos de ello, desde el firme compromiso de
dar nuevas respuestas que realmente pongan fin a los desahucios, a la
injusticia fiscal, a los abusos bancarios y de las grandes empresas, y al
sometimiento de los andaluces y españoles en general a los dictados de los
grandes poderes llamamos a los andaluces y andaluzas que no están a gusto con
el actual estado de cosas, que no se identifican con el modo dominante de hacer
política ni se sienten atraídos por las organizaciones que hoy día nos
representan, para avanzar con decisión y espíritu unitario a conformar un nuevo
espacio político andaluz, abierto, plural, moderno, democrático y deliberativo.
Con el propósito de debatir sobre estas inquietudes
y propuestas y con el compromiso firme de avanzar hacia acuerdos en positivo,
nos convocamos el próximo día 23 de junio en la Universidad Pablo de Olavide e
invitamos a asistir a cuantas personas los compartan.